¿Te encuentras en un momento de crisis personal ?
¿Tienes una relación conflictiva (con los padres, la pareja, los hijos,…) y no sabes cómo salir de la situación que se vuelve circular y persistente?
¿Eres muy crítico/exigente/perfeccionista contigo mismo/a o con los demás?
¿Sientes dolor, rabia, culpa ante una separación de un ser querido?… divorcio, f fallecimiento o duelo en general.
¿Tienes sentimientos de vacío interior y de falta de sentido en la vida o te sientes desilusionado contigo mismo/a?
¿Tienes problemas en las relaciones laborales y no sabes cómo afrontar la situación?
¿Tienes la sensación de “tropezar siempre en la misma piedra” y quieres romper esa trayectoria?
O ¿Simplemente quieres cambiar y ser mejor persona?
Estos pueden ser algunos de los motivos por los que una persona puede decidir ir a terapia, aunque normalmente, no existe un criterio definido sobre cuándo se debe acudir a un psicólogo. Estos motivos pueden ser tan variados como los problemas o circunstancias de la vida.
Sin embargo, la cuestión fundamental es cómo vive la persona y con qué recursos cuenta para afrontar las dificultades y el malestar que padece.
¿Hace falta estar enfermo para ir a terapia?. Con toda seguridad NO. Todas las personas, a lo largo de nuestro desarrollo vital, vivimos momentos críticos de confusión, angustia, dolor, conflicto, etc., que se viven con mucho sufrimiento y desgaste, ya sea que la situación sea o no patológica. La psicoterapia puede ayudarnos, en esos momentos críticos, a encontrar salidas y soluciones que solos no podríamos. Además puede servirnos de guía para contactar con lo más íntimo de nuestro ser, de nuestro potencial humano y a reconocer la situación de crisis como una oportunidad de evolución y crecimiento personal.
Solicitar la ayuda de un psicólogo se debe entender como algo normal, y en todos los casos como un acto cargado de valentía y coraje. Se puede entender como una oportunidad de aprender, con la ayuda de un profesional, el modo más positivo y directo de afrontar las situaciones que nos preocupan, que nos bloquean y que nos provocan malestar y dolor. También como una facilitación hacia el desarrollo libre y saludable de nuestra propia personalidad, de nuestra libre autodeterminación y de nuestra evolución personal como seres con el derecho de buscar y encontrar plenitud y felicidad en nuestras vidas.